martes, 17 de junio de 2008



Solo una pausa en tu hablar, un silencio que interrumpí, diciéndote lo mucho que eres para mi, preferiste solo asentir con la mirada para que una lagrima no pida libertad. Y es cuando al fin comprendí, que ese largo beso significaba un adiós. Tus manos sobre las mías y esos pocos susurros al oído son los testigos de aquella escena de algún libro viejo que estaba en casa y nadie leyó.

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